¿Por qué Hualqui rechazó a Navarro? Un mensaje para el progresismo
En las recientes elecciones de gobernadores regionales, Hualqui envió un mensaje claro. Alejandro Navarro, con 5.171 votos, quedó muy por detrás de Sergio Giacaman, quien obtuvo 12.032. Este resultado no es un hecho aislado, sino un reflejo de una tendencia que la comuna ha demostrado en elecciones recientes, como el plebiscito de salida de 2022, donde el Rechazo (13.222 votos) superó ampliamente al Apruebo (5.255).
Desde la reposición del voto obligatorio, Hualqui ha mostrado en elecciones binarias —aquellas que enfrentan dos propuestas marcadamente opuestas— una inclinación hacia liderazgos progresistas moderados. Pero esta moderación no implica tibieza ideológica. Más bien, refleja una preferencia por propuestas que equilibren transformación y estabilidad, apostando por cambios que no pongan en riesgo lo que la comuna valora.
No se trata de un conservadurismo rígido como el de las comunas más acomodadas de la Región Metropolitana, donde suele buscarse preservar privilegios. Es, como dijo Gustav Mahler, una postura que no rinde culto a las cenizas, sino que cuida las llamas de aquello que nos hace bien como sociedad. Hualqui no rechaza los cambios, pero prefiere aquellos que se construyen con pragmatismo, arraigo y visión de futuro.
La figura de Alejandro Navarro, percibida como polarizante y desconectada de las prioridades comunales, no logró resonar con este electorado. Aunque se trata de un líder con una extensa trayectoria, su cercanía a posturas extremas y su vinculación con figuras como Nicolás Maduro generaron rechazo en una comuna que valora más el diálogo y la gestión concreta que los discursos grandilocuentes.
Es importante destacar que Hualqui ha demostrado históricamente su confianza en el progresismo moderado. Los liderazgos más votados en las recientes elecciones municipales, el actual alcalde y el alcalde electo, provienen del mundo progresista. Sin embargo, este respaldo no es automático. La ciudadanía ha dejado en claro que no basta con presentarse como una opción de izquierda para ganar su confianza. Es necesario conectar con las necesidades reales de la comuna y ofrecer propuestas claras, viables y aterrizadas.
El problema, entonces, no está en el electorado, sino en las propuestas y los liderazgos. En lugar de recurrir a descalificaciones como "fachos pobres" o culpar a la ciudadanía de no entender, el mundo progresista —izquierda y centroizquierda— debe hacer una autocrítica profunda. ¿Estamos eligiendo a los mejores candidatos? ¿Estamos dialogando con las comunidades o imponiendo discursos desde afuera?
El mensaje de las urnas es claro: el progresismo no está condenado, pero debe renovarse. Es una invitación a construir liderazgos que combinen principios con pragmatismo, que escuchen más y hablen menos, y que entiendan que el éxito en Hualqui no pasa por rechazar a la derecha, sino por proponer un camino propio que inspire confianza y genere cambios reales.
Hualqui ya nos ha dado la respuesta: hay que ser progresistas, sí, pero con los pies firmes en el territorio.
OPINIÓN: POR ABNER CASTILLO.